Hola vida, te hablo desde el pasado. Estoy en
la biblioteca San Joaquín, sí, en el mismo escritorio de aquella vez, mismo
computador. Me gusta usarlo, siento que es la mejor cábala. A pesar de que
acaba de comenzar la primavera, el ventarrón presenta un diorama invernal,
lloviznaba hace un rato. Sólo el sábado fue que vi un documental, “el secreto”
le llaman, después de eso me llené de mucha motivación, muchas ganas de querer
buscarlo a pesar de todo. La cinta relata cómo funciona la Ley de Atracción,
una ley así como la gravedad, que nos permite cumplir todas nuestras
proyecciones con tan sólo mentalizar. Los testimonios hablaban de tres
principales pasos: Pedir, respuesta del Universo y agradecer. Y por tanto si existiese
un sentimiento negativo de ira, preocupación y miedo, lo anhelado no se daba,
de alguna forma lo que deseábamos se esfumaba con esas sensaciones.
Hoy me propuse este plan, escribiría sobre el
asunto. Como recuerdo de aquel documental, si pongo una cuota de lo que deseo y
alimento ese sentimiento, más efectivo es. Escribir, ayuda a despejar mi mente,
liberar tensión y también lograr un poco más de paz. Escribo desde muy pequeña,
solía hacerlo en mis agendas y dibujar luego del punto aparte. Trazando cada
letra, cada oración lograda un estado de concentración y discernimiento que en
circunstancias distintas no lograba tan fácilmente. Supuse que por eso, el
proceso creativo iría viento en popa.
¿Qué estará haciendo el joven de
la mochila negra en estos momentos? ¿Habrá valido la pena toda esta Odisea? son
preguntas que me hago frecuentemente. Las respuestas no llegan. Quizá aún no.
Le encomendare esa tarea a la naturaleza, la naturaleza es sabia, y es por esa
misma razón que las cosas no suceden porque sí. Yo creo en la causalidad, no en
la casualidad.
“Nadie sabe mi nombre, sólo soy un susurro.
Nadie me recuerda ¿o él me recordará a veces? ¡Eso quisiera creer! Sería un
dulce pensamiento a mi paladar. De seguro más de una vez me has visto entre la
multitud, ¡te estoy observando! Y siempre…pero no le digas a nadie mi historia,
no eres quien necesito contemplar”.
Sabía que una nueva etapa de mi vida había
comenzado, no se es universitario desde el nacimiento. Muchos de mis conocidos,
familiares, personas con las que he tenido algún tipo de comunicación me lo han
expresado:―Tú irás a la
universidad, eres inteligente, estudiosa ―y de esa manera lo he asimilado
inconscientemente. Ese también era mi sueño, más aún si era alguna de las
grandes, la Católica o la Chile.
No hace mucho mi madre me comentó mientras se
maquillaba:―tu abuelo, esa vez que te graduaste, me dijo
que llegarías alto, que cuando salieras tendrías una cacha’ de títulos. Él te
adoraba ― Mi abuelo murió en medio de un coma. Sufrió
varios ataques cardíacos antes de ir a parar a la camilla, tenía hipertensión y
era porfiado porque no le gustaba tomarse las pastillas. La última película que
vió fue Cinema Paradiso, minutos
después sufriría su último ataque. Mi padre me contó que antes de morir había
soltado una lágrima, aunque ya a esas alturas el rigor mortis, penetraba en
cada fibra de su pesado cuerpo.
Quise elegir una carrera altruista por sí
cuando me llegara la crisis, pudiese respaldar tal angustia en lo mejor para
los demás. Me gusta sentir que puedo ser de utilidad. Soy torpe con las
cuentas, no sé inflar globos ni silbar, ni coquetearle a nadie…pero por sobre
todo tengo muy escaso tino. Pero sentir que puedo ayudar a pesar de eso, me da
esperanza y un buen sabor en la boca.
No creo ilusionarme de este nuevo mundo, no
creo que vaya a encontrar mejores amigos ni ser más sociable. No creo que otra
persona no me volverá a fallar, sé que ellos me dicen que me tengo poca fe pero
el pasado de papel diario, no presume ostentosas estadísticas. No creo que
taparé el Logos con un dedo, ni que me enamoraré del marketing con sus
sensuales sugestiones, él no necesita la fidelidad del sector sur. No creo que
visite a Dios en la capilla porque está muy lejos de mi cama. De eso estoy
segura. Es altamente probabilístico, que mi apellido de universitaria
corresponda a la nueva cola del mismo párrafo.