domingo, 22 de marzo de 2015

VI Nubes

 Hola vida, te hablo desde el pasado. Estoy en la biblioteca San Joaquín, sí, en el mismo escritorio de aquella vez, mismo computador. Me gusta usarlo, siento que es la mejor cábala. A pesar de que acaba de comenzar la primavera, el ventarrón presenta un diorama invernal, lloviznaba hace un rato. Sólo el sábado fue que vi un documental, “el secreto” le llaman, después de eso me llené de mucha motivación, muchas ganas de querer buscarlo a pesar de todo. La cinta relata cómo funciona la Ley de Atracción, una ley así como la gravedad, que nos permite cumplir todas nuestras proyecciones con tan sólo mentalizar. Los testimonios hablaban de tres principales pasos: Pedir, respuesta del Universo y agradecer. Y por tanto si existiese un sentimiento negativo de ira, preocupación y miedo, lo anhelado no se daba, de alguna forma lo que deseábamos se esfumaba con esas sensaciones.
 Hoy me propuse este plan, escribiría sobre el asunto. Como recuerdo de aquel documental, si pongo una cuota de lo que deseo y alimento ese sentimiento, más efectivo es. Escribir, ayuda a despejar mi mente, liberar tensión y también lograr un poco más de paz. Escribo desde muy pequeña, solía hacerlo en mis agendas y dibujar luego del punto aparte. Trazando cada letra, cada oración lograda un estado de concentración y discernimiento que en circunstancias distintas no lograba tan fácilmente. Supuse que por eso, el proceso creativo iría viento en popa.
¿Qué estará haciendo el joven de la mochila negra en estos momentos? ¿Habrá valido la pena toda esta Odisea? son preguntas que me hago frecuentemente. Las respuestas no llegan. Quizá aún no. Le encomendare esa tarea a la naturaleza, la naturaleza es sabia, y es por esa misma razón que las cosas no suceden porque sí. Yo creo en la causalidad, no en la casualidad.


 “Nadie sabe mi nombre, sólo soy un susurro. Nadie me recuerda ¿o él me recordará a veces? ¡Eso quisiera creer! Sería un dulce pensamiento a mi paladar. De seguro más de una vez me has visto entre la multitud, ¡te estoy observando! Y siempre…pero no le digas a nadie mi historia, no eres quien necesito contemplar”. 

 Sabía que una nueva etapa de mi vida había comenzado, no se es universitario desde el nacimiento. Muchos de mis conocidos, familiares, personas con las que he tenido algún tipo de comunicación me lo han expresado:Tú irás a la universidad, eres inteligente, estudiosa y de esa manera lo he asimilado inconscientemente. Ese también era mi sueño, más aún si era alguna de las grandes, la Católica o la Chile.
 No hace mucho mi madre me comentó mientras se maquillaba:tu abuelo, esa vez que te graduaste, me dijo que llegarías alto, que cuando salieras tendrías una cacha’ de títulos. Él te adoraba  Mi abuelo murió en medio de un coma. Sufrió varios ataques cardíacos antes de ir a parar a la camilla, tenía hipertensión y era porfiado porque no le gustaba tomarse las pastillas. La última película que vió fue Cinema Paradiso, minutos después sufriría su último ataque. Mi padre me contó que antes de morir había soltado una lágrima, aunque ya a esas alturas el rigor mortis, penetraba en cada fibra de su pesado cuerpo.
 Quise elegir una carrera altruista por sí cuando me llegara la crisis, pudiese respaldar tal angustia en lo mejor para los demás. Me gusta sentir que puedo ser de utilidad. Soy torpe con las cuentas, no sé inflar globos ni silbar, ni coquetearle a nadie…pero por sobre todo tengo muy escaso tino. Pero sentir que puedo ayudar a pesar de eso, me da esperanza y un buen sabor en la boca.
 No creo ilusionarme de este nuevo mundo, no creo que vaya a encontrar mejores amigos ni ser más sociable. No creo que otra persona no me volverá a fallar, sé que ellos me dicen que me tengo poca fe pero el pasado de papel diario, no presume ostentosas estadísticas. No creo que taparé el Logos con un dedo, ni que me enamoraré del marketing con sus sensuales sugestiones, él no necesita la fidelidad del sector sur. No creo que visite a Dios en la capilla porque está muy lejos de mi cama. De eso estoy segura. Es altamente probabilístico, que mi apellido de universitaria corresponda a la nueva cola del mismo párrafo.  


2 comentarios:

  1. Hola, espero que te encuentres bien. Recuerdo lo de "El secreto" es una buena forma de no perder la esperanza y saber que todo llega en el tiempo que debe suceder. Si me permites me quedo con la frase: "No creo que visite a Dios en la capilla porque está muy lejos de mi cama"; me encantó.

    Saludos.

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  2. Hola! Llegué a tu blog por el comentario que dejaste en el mío y me picó la curiosidad por la historia del chico de la mochila :) Ánimo!

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