- ¿Escribes? Me tinca que tienes cara de escritora.
-¡No! Bueno, al menos no como lo hacen ustedes tan
profesionalmente, o sea escribo pero en mi diario-se exalta un poco, se siente
algo sobrestimada.
-Yo también empecé de la misma manera, tú puedes elegir el
mismo camino…sólo si lo prefieres. Ser escritor es duro, es prepararse para un
eterno fracaso y estar honrado de seguir haciéndolo. Es la esperanza de
siempre, poder pensar algo nuevo.
Roberto se dio un par
de vueltas cerca del puesto, del chico de los bestsellers. Levantó algunos
textos de Dan Brown que le parecen interesantes. Solía investigar antes de
entrar a la Universidad ensayos históricos y crónicas nacionales, junto con los
datos duros de sagas como la recién nombrada-ya volviste.
- Estuve un rato con esa señora de bufanda, la de pelo teñido.
- ¿Ves ese tipo de allí?-indica con el índice un hombre cerca
de los treinta. Detrás del abarrotado puesto, está en posición de estar
esperando una micro, desatendidamente viendo el ir y venir de varios, que no
pretenden siquiera pegar un ojo. Detrás un ancho y arrugado plotter, figura el
título de “Escritores del Maipo”-de seguro debe estar pensando en mujeres,
alcohol y drogas-la mira sugestivamente.
- ¡Es un escritor!, de seguro debe estar pensando en muchas
cosas.
- Sí, en muchas mujeres, mucho alcohol y muchas drogas-ambos
ríen.
Ya hacía un día que
comenzaba el cuadragésimo festival del folclore, cuando la joven de onduladas
aunque castañas mechas, hacía su aparición entre las familias que venían llegando.
Roberto, quien no hace mucho conocía, la acompañaba al evento que pese a
realizarse desde tiempos inmemorables, él no tenía idea.
- Esos tipos están lo bastante curado para visitar el stand de
libros, pero no lo suficiente para comprar uno.
Y era cierto. Desde
que la orquesta Huambalí hizo sonar sus timbales y trompetas característicos,
los jugos naturales se transformaron en incontenibles y contundentes terremotos1.
Se les podía apreciar desde las palmas de gordas mujeres. Al compás de temas
como “corazón de melón” y “el bodeguero”, la joven se sentía incómoda al ver a
muchas parejas, siendo más cercanas entre sí.
- ¿Qué pasa?
- ¿Por qué lo
dices?
- Te veo algo
bajoneada. Creo saber qué te pasa, ¿no tienes a nadie verdad?
- De hecho
hay alguien, sólo lo vi una vez…haría lo que fuera por volver a verlo.
- Supongo que
sabes que a esta edad, nadie busca un compromiso, si es que sabes a lo que me
refiero…
Cuando el Roberto me dijo eso, sentí como si
todo el cuerpo se me desparramara y yo con mi pensamiento ¡allí! ¡Allí mismo y
no supiendo donde ponerlo! Qué hacer con este abismo que me deja un hueco en el
pecho, petrifica lo siguiente a decir, un llanto tan caudaloso que no llega a
ser llanto, sólo se queda suspendido en la atmósfera. No musita, no murmulla,
no alcanza la onomatopeya. No te quiero imaginar con nadie porque me duele,
porque me cuesta como si pensarlo fuera en subida ¿Cómo me podré decir a mí
misma que en el fondo es tan fácil?
- ¿Siquiera recuerdas como era?
- ¿Qué como era?
¿Qué cómo era? De lozana, muy morena tez era.
Cuán premuroso y vertiginoso es, extraño tu pasar. Es lo mismo, aún rebalsas
mis cristalinos reflejos. Tiene un aire taciturno, imagino que no es el tipo de
joven engreído, el estereotipo de tantas películas gringas. Lo vi en la
biblioteca de la CatoPonti, el venía saliendo, yo frente al monitor del
computador. Escribo, enter, cierro la ventana de mensajes, abro otra pestaña,
gugleo. Te veo. Es como si ahora mismo me estuviera reflejando en sus inocentes ojos miel. Sus lentes no tenían
marco, eran simples pedazos de vidrio que servían como entrada a esas ventanas
almíbar. Su boca oscura tenía la misma intensidad de las moras al aterrizar la
noche, espero probar alguna vez la misma sazón que caracteriza cada pliegue de
su boca. Usaba una parca gris creo que recuerdo, acerca de todo lo demás es una
nebulosa en mi lente.
Me pregunto qué es lo que explica tal fijación
en los anteojos en general, qué es lo que me atrae de tan sencillo accesorio. Y
qué es lo que hay detrás de este muchacho. Es su caminar desenfadado el que no
puedo desarraigar de mi retina, su travesía de lobo solitario me provoca
atroces celos, quiero ser la sirena que marque tu sendero, quiero ser el adagio
que guíe tu camino a la benevolencia. Tu semblante menudo no hace más que
provocarme cierta ternura libidinosa, ¡cuánto extraño tu pasar! Pero tengo
miedo joven enigmático, que seas la Dulcinea de mis desventuras. Cual se rompe
como fino mármol al caer del pedestal.
-…Desde cuándo digo esas cosas
Cuando me percaté del
chico de los best sellers yendo de un lado para otro, no pude evita acordarme
de Gerardo. Gerardo Arévalos. Hace poco me dejaste plantada en el patio de
nuestra Universidad tradicional, aunque privada. La manera en que apoyaba su
brazo sobre las crónicas de Lemebel, de un momento desenvolviéndose tan
histriónico, luego sentado con el mentón en la palma reflexivo…y lo hace
prolongadamente. Los shorts de (…), las zapatillas, la polera holgada porque
ustedes no pueden quedarse tranquilos.
- A estos libros les falta pulirse, pero lo bueno que tienen
¡es que le llegan a la gente!-me comentó antes del festival.
¿Por qué habría
pretendido salir con él? Siendo que un muchacho de mochila negra delimitaba mis
perímetros mentales. Sí, tenía miedo, miedo que cala médulas. A pesar de que no
quiera asumirlo, mucho tiempo tuve en cuenta aquello que Roberto me expresó esa
misma noche ¿si el MMMN estuviera con alguien más que podría hacer al respecto?
Tuve que pasar por mucho, aún resuenan en mi cabeza todas esas burlas ¿para
qué? No, no es que lo haya olvidado o sino no escribiría esto, pero Gerardo no
había estado con nadie, eso me gustaba de él, que no tuviera kilometraje y yo
siendo todo su mundo, su dimensión.
-…también
títulos de Paulo Coelho, La casa de los Espíritus, El cordón de Plata…
- Sólo
estoy mirando, gracias.
¿En qué medida era
importante ser la primera para mí? De sobremanera, me aterra, me petrifica que
me importe tanto. Pero ya lo asumí. Lo acepto y quererme a mí misma debe prevalecer,
aunque sea más fácil desistir de la idea.
1 Licor confeccionado a base de pipeño
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